Gotham es una ciudad dura. Las buenas personas sufren. Mucho. Sin motivo. Continuamente. Algunas lo superan, sobreviven. Otras se vengan, de quienes les han hecho daño o de la sociedad en general. Algunas encuentran la fuerza para crecer y convertirse en..., algo más. Algo grande. Como cierto huérfano ultramillonario. Pero, hay otras que..., se pierden..., sin remedio. ¿Qué diferencia a unas personas de otras? ¿Cómo se convierte uno en un héroe? ¿Cuál es el límite de la cordura?
Conozcamos al Joker. Exploremos al Joker. ¿Os atrevéis? Vamos allá. En ésta ocasión, el Joker ha decidido jugar duro. Asalta el hogar del comisario Gordon, lo secuestra, y dispara a su hija en la columna dejándola en silla de ruedas para siempre (Barbara Gordon-Batgirl-Oracle). Pretende derrotar al comisario, restregándole su mayor fracaso una y otra vez. Joker cree que puede quebrarlo y volverle..., como él. Cree que todos estamos hechos de la misma pasta. Batman debe darse prisa. Para salvar la cordura de su amigo. Para demostrar a Joker que se equivoca. Porque el dolor no justifica disparar y torturar a la gente, o llevar flores con ácido en la solapa, o pistolones con banderitas o reirse comlo un maníaco, o vestirse de murciélago y recorrer las calles en busca de..., un momento..., ¿pero qué coño?
ALLAN MOORE lo ha vuelto a hacer, damas y caballeros. Cuando parecía que estaba todo dicho..., ¡no!, aún no. Veremos a Joker como una víctima, de Gotham, de su mala suerte, ¡incluso de Batman! Veremos a Batman sonreir. Veremos a Gordon arrugado y llorando.
Un chiste: "Dos hombres escapan de un manicomio. Uno salta desde una ventana. El otro no, tiene miedo de caer. El primero le dice: -Tengo una idea te alumbraré con mi linterna y podrás caminar sobre la luz." Para saber el final, ya sabéis... La lectura expande la mente de unos, y el monedero de otros.
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