-Algunos me conocéis como Mark Milton. Otros como Hyperion. No sé qué soy. No se dónde nací. No sé por qué estoy en éste planeta. Los humanos me secuestraron siendo un bebé. Me dieron unos padres falsos. Me criaron para ser un soldado leal. Para matar por ellos. Me dijeron que sería un héroe. Cuando me quejé intentaron matarme. No pudieron. Ninguna de sus armas puede.
Aún eso, aunque mis padres no me quisieran, yo sí les quería. Y les protegeré. Protegeré a todos los humanos. Les protegeré de sí mismos. Porque lo necesitan. Guerras, pobreza, contaminación, odios. Necesitan consejo, necesitan una guía.
Ahora no estoy sólo. Ahora tengo una familia de verdad. Gente que ha sufrido tanto como yo por ser diferente, por ser..., mejor. Nosotros enseñaremos a los humanos a comportarse.
-¿Y si no quieren aprender?
-...No tienen elección...
¿Conocéis la famosa delgada linea roja? La linea que separa el bien del mal. Claro que sí. Todos la conocemos. Pero, ¿alguien la ha visto? ¿Dónde está? ¿La dibujó alguien? ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Por qué?
Bien pues, imaginemos, por un momento, que hay por ahí un grupo de personas que no sabe dónde está la linea pero que están seguros de saberlo. Imaginemos que esas personas quisieran imponer su criterio. Eso ya lo hemos visto, ¿verdad? Varias veces. Aún podemos verlo en muchos lugares. Y los resultados suelen ser bastante insatisfactorios. Incluso para los que ganan, en ocasiones. ¿Desagradable verdad? Pero..., ¿y si éste grupo de personas, pudiera hacerlo? ¿Y si tubieran suficiente poder?
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